Ya no estoy aquí. El abyecto.

Vivimos en el tiempo del individualismo, de la idea de la autosuperación, de romper barreras con aguante y mucha perseverancia. Hemos visto glorificada la idea de los mártires con las biopic, con los cursos de coaching y emprendimiento. Vivimos con la idea de que si lo quieres, será el universo el que conspirará a tu favor. Marx llamaba a estas ideas “robinsonadas”, porque se plantea que al igual que Robinson Crusoe es el individuo el creador de la sociedad. No es posible decir que esto es una total mentira (aunque está muy cerca), pero sí podemos decir que es sí es una verdad, es una de tantas. En contraposición a esta forma de ver la realidad podemos encontrar diversas corrientes que dan un mayor peso a lo social, reconociendo al todo, ya sea de una forma determinista o solo como un peso que presiona a las personas sin dejar de reconocer su individualidad. En este sentido, la película, “Ya no estoy aquí”, nos recuerda la parte histórica del individuo, nos muestra como lo individual es a la vez social.  

La película de Fernando Frías toma a la subcultura de los “Kolombias” y nos muestra justamente el peso de la sociedad en las personas. Podemos comenzar diciendo que la subcultura de los “Kolombias” es propia de Monterrey, y sí, eso ultimo parece tonto decirlo, pero debemos pensar que es especifico de ese estado (y será importante para entender nuestro punto), porque debemos pensar que justamente la cultura y contexto de Monterrey pudieron gestar a tal subcultura, y la misma no fue posible de la misma forma en otros estados; asi tambien, como lo deja ver el largometraje, los kolombias acaban gracias a los sucesos derivados de la llamada “guerra contra el narco” durante el sexenio del ex presidente Felipe Calderón. Así, justamente esta película, entre sus muchas aristas, nos invita a reflexionar sobre la importancia que la sociedad tiene para con nosotras y nosotros. Podemos pensar en cómo nuestra forma de ser, de vestir, lo que escuchamos o lo que odiamos está íntimamente ligado con nuestra procedencia, nuestro barrio, familia y amigos.  

Lo anteriormente es un subtexto increíble de la película, pues es contada de tal forma que parece ser un documental, es casi una ventana que, si bien no es cien por ciento fiel con los kolombias, da esa sensación de verisimilitud y realidad. Sin embargo, la película tiene un mensaje más explícito, que es el de identidad, y sobre los abyectos. La identidad tiene varias definiciones, sin embargo, muchas de ellas coinciden que se trata de una serie de rasgos que permiten a los individuos relacionarse y diferenciarse de otros. Es ser parte de algo a la vez que se niega al otro.  

Si bien es cierto, sería aventurado de nuestra parte identificar la identidad de los Kolombias como una identidad sociomusical, si pudiera ser una aproximación para el tipo de identidad que se plasma dentro de la película. Pues un rasgo característico de este tipo de identidad es el tipo de música que escuchan, en este caso, las cumbias tumbadas o rebajadas (las cuales son una exportación del país sudamericano Colombia, pero que, debido a un accidente de un Sonidero de Monterrey durante la realización de diversas mezclas musicales, se le da este tipo de sonido característico) empero, estaría aun en discusión y probablemente a investigación si en el caso de los Cholombianos su identidad tiene mayor peso las cumbias tumbadas o bien estas funcionan mas como accesorio de la misma identidad, pues los cholombianos son una derivación de los cholos que regresaron de Estados Unidos a Monterrey, las cumbias tumbadas y la fe guadalupana, en este sentido, es importante mencionar que la música se relaciona con las identidades de dos maneras, la primera como accesorio de la misma identidad y la segunda como generadora de identidades.  

Las identidades sociomusicales se caracterizan por la elección de un gusto musical,  por el desarrollo de un estilo de vida (donde se incluyen aspectos como la vestimenta, las expresiones, actitudes,etc) y también porque generan comunidad, esto último, en el sentido de que los sujetos comparten ciertos significados y prácticas (como puede ser la forma de bailar), estas identidades se distinguen por predominancia de un tipo particular de música frente a otros tipo de expresiones socio-musicales. La música logra crear identidad en medida que los sujetos tienen y acumulan experiencias vivenciales que se relacionan con cuestiones como el baile, con la dedicación de tiempo para escuchar música y con la pertenencia a cierto espacio, así como el hecho de socializar a partir de las tres cuestiones anteriores. Durante toda la película podemos ver como las cumbias rebajadas acompañan a Ulises en todo momento y en cierta medida fugen como su compañía en los momentos complicados, inclusive en el momento en que la identidad de Ulises entra en un momento de crisis y en el declive (o lo que podemos entender de esta manera) la música se detiene y Ulises se queda observando su entorno. Como una curiosidad, y para destacar, hay que mencionar que Juan Daniel Garcia es un joven que no es propiamente un actor, pero que fue escogido por su afinidad a este tipo de música y cultura, y que gracias a eso logró plasmar en pantalla  tanta credibilidad y sentimientos, pues es lejos de solo interpretar, proyecto una parte de sí, muy al estilo del neorrealismo italiano o más recientemente, la película “Roma” de 2018; y justamente, la escena final en que baila, él nos dice que fue improvisada, que él solo se puso a bailar y el director decidió grabarlo. 

El abyecto 

Ulises nuestro protagonista es el líder de una banda, “Los Terkos”, que a la vez dicen ser de “Los pelones” y que junto a otras bandas son parte del símbolo “Star”, que es significativo de Monterrey. Ya solo en esto, que es explicado por el mismo Ulises podemos ver como se conforma su identidad, la cual es dada por el estado, por sus iguales, por sus gustos y una visión de vida. Es muy interesante porque Ulises pertenece a algo, ahí se encuentra cómodo y hasta es respetado. Aún más interesante es como Ulises es arrebatado de todo esto, porque en Monterrey se están dando cambios que lo van a orillar a abandonar todo lo que él conoce y ama. Por un malentendido Ulises tiene que irse a Nueva York, y es justamente ahí en que se convierte en un abyecto. Su ropa, su pelo, su música y baile de repente se convierten en motivo de asombro, y así como él y sus amigos vieron con desprecio a “sudadera» por no verse o hablar como ellos, es ahora él quien no encaja.  

Y no solo es eso, Ulises tampoco habla el idioma, de repente está solo, es un mudo, es casi inexistente y aun cuando establece un vínculo con Lyn, la realidad es que no hay una relación. Ulises en Nueva York está cada vez más solo, y cada vez se cierra más, pues se niega a dejar de ser quien el cree que es, pero al no tener la misma visión de los para con si, entra en conflicto. De repente se da cuenta que el infierno son los otros, tanto como su soledad.  

Pero lo anteriormente dicho no detiene a Ulises en cuanto a su desarrollo, pues aun cuando no lo quiera, él cambia, a la par que cambia su entorno y sus amigos, nada es estático ni está dado por una divina providencia. Al regresar Ulises sigue siendo él, pero a la par, ahora cuenta con una nueva historia detrás de él que lo definirá junto a lo que ya era. Cuando va al funeral de quien fuera su amigo, que cambio de ser kolombia a narco, y cuando ve que otro de su banda se convirtió en un cristiano que rapea, Ulises entiende que regresó a un entorno tan extraño como lo era Nueva York. En cierta forma Del Toro y Cuarón, en una conversación que tuvieron sobre esta película, nos dejan ver esta crisis que hay cuando cambiamos de entorno, más Guillermo del Toro, que por un secuestro a uno de sus familiares se vio forzado a abandonar Guadalajara. El cambio significa la reafirmación de lo que somos porque de pronto somos ajenos a los demás.  

 A manera de cierre… 

La película tiene muchas cosas que se pueden destacar, como la fotografía que por momentos sabe manejar el cuadre de buena manera, y trata de utilizar constantemente la iluminación para resaltar ciertos aspectos de la fotografia, así mismo constantemente utiliza la fotografía para enmarcar los contrastes que existen en el mismo Monterrey, lo cual es interesante, pues mientras producciones como Cindy la regia plasman la parte más cosmopolita de esa ciudad, en Ya no estoy aquí en primer plano siempre aparece esta localidad de la periferia, mientras que la parte Cosmopolita de Monterrey siempre ocupa un segundo plano, lo que deja ver las diferencias de vivir en el centro y la periferia. Otro aspecto que se puede destacar son las interpretaciones sobre todo de Juan Daniel (Ulises), el cual al ser su primer largometraje hace un papel bastante bueno, así mismo podríamos destacar el personaje Lyn, que le aporta carisma e inocencia a la película.  

Como ya mencionamos la película se acerca demasiado al documental, tanto es así que por partes parecería que se queda sin historia que contar y que en este sentido solo retrata el modus vivendi de su protagonista, sin embargo, esta situación no tiene un impacto mayúsculo en la película, y así mismo le permite tocar ciertos temas (aunque de manera superficial) como el narcotráfico y su impacto en la sociedad, la migración, los choques culturales, las identidades, la pobreza, la contracultura y la soledad.  

El hecho de que no sea contada de manera lineal, sino que tenga vaivenes en el tiempo permite que el espectador logre empatizar mayormente con el protagonista y entienda por qué resulta tan complicado para el protagonista adaptarse a un lugar que no lo siente como suyo. En general Ya no estoy aquí es un respiro para el cine mexicano, el cual esta invadido por producciones que en cuanto a propuesta son pobres y solo buscan ser taquilleras. De esta manera se entiende porque esta película es la apuesta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias  Cinematográficas para poder competir en los próximos premios Oscar. 

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